Podemos realizar las labores de mantenimiento puertas correderas de garaje que tengamos instaladas en nuestro hogar de un modo bastante simple y casi sin esfuerzo, siempre que tengamos en cuenta algunos aspectos importantes a la hora de hacerlo.

La limpieza es una labor primordial para evitar que la puerta de nuestro garaje sufra atascos y averías, por lo que hay que estar atentos a que no se acumule barro o polvo en las zonas móviles de la puerta, además de los huecos en los que es más fácil que se deposite el polvo o el agua. Un buen cubo con agua templada y jabón, así como un cepillo es suficiente para hacer una limpieza en profundidad.

Las zonas de más desgaste, como los engranajes, necesitan que cada cierto tiempo sean engrasadas para evitar que estas partes sufran un desgaste anormal así como que se atasquen, lo que produciría la necesidad de ejercer una fuerza mayor para abrir o cerrar la puerta.

Si notamos que la puerta parece más dura de lo habitual, será necesario que revisemos las piezas que ayudan al movimiento y les apliquemos una buena dosis de grasa consistente.

Nunca tenemos que darle aceite lubricante en spray, porque este no produce el efecto deseado, que no es otro que el de lubricar las piezas móviles durante un período largo de tiempo, y el aceite lubricante no es capaz de mantenerse mucho tiempo estable y se pierde con facilidad, mientras que la grasa consistente aguanta mucho más tiempo sobre las piezas y tiene entre sus características que la película que forma se extiende y lubrica mucho mejor.

En caso de no prestarle la debida atención a estas labores de mantenimiento, es muy probable que la puerta se averíe y el coste de la reparación sea muy superior a de los materiales con los que se puede hacer el mantenimiento.